Cerraste la ventana porque el frío era insoportable.
Te molestaba el viento, porque te despeinaba. Y habías gastado mucho en verte bonita.
La casa empezó a concentrar calor. Humo de cigarrillo.
Abriste la ventana.
Resignaste el peinado.
Ya era tarde de todas formas.
No querías hablar con nadie.
Nadie parecía querer hablar contigo.
Se hizo la hora y te fuiste.
Cuando saliste del edificio, miraste hacia arriba. Te sonreíste. Sabías realmente que aquella era una muy bella ventana.