Todo sucedió cuando tenía no más de 5 años.
Fui junto a mi hermano Martín (jaja, le digo hace tanto Evan, que se me hace raro llamarlo por su nombre jeje) y mis padres al querido Shopping Sur. Tengo el recuerdo de estar en la salida con un globo de esos que tienen helio, de mi hermano llorando porque dejó (muy tontamente, claro jeje) escapar el suyo, de mi padre, con otro globo en la mano para Martín, y del regreso.
Nunca había visto un globo más copado y buena onda que éste. Era genial... Cuando Martín dejó escapar el primer globo que tuvo en esa salida, en medio del llanto del pequeño por no tenerlo más, y antes de que mi padre vuelva con uno nuevo, lo vi perderse entre la oscuridad de la noche, y me llenó de asombro el no poder calcular su poder. Su destino. Fue como perder una pelota en la inmensidad de mar... pero de forma vertical.
Recuerdo que, como era muy tarde, mi madre nos envió a la cama, prometiéndonos que al día siguiente seguiríamos jugando con nuestros globos...
Yo, pensando que su vuelo era eterno, me fui a dormir...
Los dejamos en el antebaño, que da frente a la puerta de nuestra habitación y al despertar.... los globos descansaban sobre el suelo...
Con cara de sorpresa y con mucha angustia pregunté qué pasó.... y me explicaron que esos globos sólo son mágicos por algunas horas.
Ya no eran tan divertidos, ni copados ni buena onda... eran simples globos que perdieron su alma durante esa noche...
Nunca más tuve un globo de esos...
Fue un momento muy triste porque había perdido, sin darme cuenta, a mi querido amigo.
Y también comprendí que el "después" de los padres suele ser puro Verso... si no es en ese momento... seguro no es nunca más.
Indignada y con lágrimas en los ojos me retiro...
Globo querido, donde quiera que estés, te sigo amando.
SeGuImE
jueves, 11 de febrero de 2010
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